Enero 14; mi hija, tres amigos y mi espíritu ahora más sosegado y pleno que hace, digamos 7 años, cuando aún me resistía a "envejecer" sin saber que negaba a mí mismo la respetable opción de la madurez.
Hoy, puedo, sin la prisa de la absurda competencia del camino, contemplar mis logros y disfrutar de los pasos de quienes recorren el trayecto andado por mí con diferente versión y renovados bríos: mis alumnos.
La vida hoy, se viste de colores e imágenes mucho más nítidas pues sé a quien pertenece este cuerpo y esta alma que siempre consideré dependientes de "algo" intangible y caprichoso.
Era esa inseguridad y necesidad de aceptación crónica y cruel, producto de deformación socio-familiar auspiciada por esta hiper-sensibilidad de doble filo, la que hoy, definitivamente se ha ido para dar paso a una existencia sin "gripa psicológica"
Libre al fín y sin amarguras. La nueva etapa; la auténtica edad para vivirse. Así es : ¡Para vivirse!
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