Mis viajes...
Eran 3 horas y media de camino que eran para mí tan largas como llenas de "aventuras". Todas éstas, en la mente de un “chiquillo delgado, de mirada triste y silencioso”. Edad: diez años; edad en la que los recuerdos formarían parte de mi personalidad y caracter...para siempre.
Terminal de autobuses de Tepic, en la avenida “México” de donde se ve una torre de la catedral que oculta en asombrosa simetría, a la torre hermana- también de piedra, también esbelta. Desde lo alto, la cruz, para mí, es el símbolo y acto de despedida y bendición.
Mi destino: el ansiado y peródico viaje al cálido y efectivo abrigo a mis inseguridades de rebelde incomprendido.
Allá voy, anticipando las pequeñas grandes recompensas: el sabor del agridulce tamarindo, el brinco al revolcado pero fresco río: los tacos dorados de camarón seco, las noches de películas americanas en el cine “Tropical” donde una de mis tías me dejará entrar gratis –ella es la encargada de la taquilla; los relatos de mi tía Eloisa, “la Seño Eloísa” cuya ternura y bondad muchas veces Ha suplido el papel materno.
La “Corrida” de las 4:30 de la tarde se encaminaba ruidosa entre las calles angostas, frente a los parques saturados de floridos tabachines rumbo a la salida de Tepic.
Mi cara se repegaba entonces al entreabierto cristal de la ventanilla para, primero, saborear visualmente de las lomas semi-desnudas que rodean al San Juan, las mismas que le dan protección y marco a las pintorescas y bucólicas caserías de Lo de Lamedo, Trapichillo, El Rincón… para después, recorrer la lenta serie de curvas del caracol.
De súbito, ¡El Mirador del águila!; barranca desde donde se admira la costa de oro, atravezada por el listón plateado del río Santiago. Fugaz vista de una conformación rocosa que asemeja a un águila al emprender el vuelo. Ráfaga de maldiciones salidas del alma hacia el ex-gobernador Flores Muñoz, quien, de acuerdo a lo escuchado por mis oídos infantiles, ordenaba a sus guaruras, arrojar los cadáveres de los valientes que se atrevieran a contradecirle...o reclamar justicia, precisamente al fondo de esa imponente barranca.
Curvas, curvas; cerros, cerros verdes. Ahora ciruelares, árboles de mango en flor; papelillos , árboles cuyos troncos brillan mágicamente al reflejo del sol y los convierten en cilindros de bronce, de cobre, ¡de oro!
Los palmares se hacen más tupidos al llegar al crucero de San Blas; Un restaurante que saluda con un exótico abanico de hojas de… ¿plátano? Tela de alambre que sirve de cautiverio a un jaguar atrapado de entre la jungla de Singayta. A partir de ahí, el clima cambia y mi alegría de vivir cobraba fuerza.
Un poco adelante, las peñas que sostienen el Puente del caprichoso rio Santiago que se ilumina y resplandece con los rayos del sol vespertino. Los sauces y tabacales simulan ser personajes adormecidos al arrullo de la perezosa corriente.
Alto en los cruceros; se arrecia el calor.
Vuelve arrancar el autobús. La velocidad propicia una brisa refrescante.
La gente, cargando mercancía diversa, sube y baja en cada comunidad donde hace su parada el autobús de segunda.
Peñitas, con el olor inolvidable de los tamales barbones de camarón y tacos "sudados".
Rosamorada: ¡¡¡el treeeeen!!! La estación “Morada” recibiendo y despidiendo pasajeros del Ferrocarril de Pacífico se alcanza a ver desde las ventanillas del atiborrado camion de pasajeros donde sigo embelezado con este desfile de parajes, de visiones; el mismo que continúa su trayecto por una recta interminable de la angosta carretera Mexico-Nogales.
EL soñar despierto era inevitable fijando la mirada mientras el vehículo seguía cruzando la sabana nayarita salpicada de “palmas de viga”(llamadas así por su uso como sostén de los tejados o techos de palma de las chozas de la región); tabacales, huanacaxtles, cedros, amapas.
Zona lacustre a la izquierda, montañas hermosas y abruptas a lo lejos, a la derecha. Casas con techos de palma de donde sale humo del fogón; humo de leña arómatica, sin duda la señal inconfundible que alli se encuentra una familia dispuesta a cenar sobre una mesa rústica y bajo la luz mortecina de la “cachimba” de petróleo.
El atardecer era un regalo de Dios que nos seguía con colores pintados sobre fantasmagóricas nubes reflejando las últimas luces del día. Hermoso espectáculo que duraría por lo menos 30 minutos.
Ahora los imponentes aceros del puente sobre el río “Acaponeta”. El agua parece un ancho listón de satinados rojos, naranjas, oros.
El cansancio me empieza a derrotar al oscurecer cuando el camión hace su parada por 15 minutos en una ciudad limpia y ordenada por excelencia:Acaponeta; en una terminal modesta y tranquila. He visto esporádicamente la plaza con esos arbustos que tímidamente lucen blanquesinos ramilletes de gardenias. Bajan casi la mitad del los pasajeros, suben dos o tres más y arranca el motor para después encaminarse a...Tecuala!
Ya oscuro, y sin tanta gente dentro de “la corrida”(nombre común con el que se le conoce en la región a los autobuses de pasajeros), el aire refresca y, puedo jurar, que la brisa que entra a bocanadas por las ventanillas abiertas, huele diferente.
¿Qué alimento existe en la vida más grande y refrescante para un niño con sed de aceptación y fé en la humanidad que ésto?
Hoy, al recordar con inmensa nostalgia esa jornada del alma, una sonrisa viene al instante para traer un bálsamo de amor del pasado al atribulado presente de mi vida adulta.
"Eres un pata de perro!"...es el calificativo carinoso de mi tia Lupe; quien nos criara desde chicos a los seis hermanos y ahora a los hijos de esos hermanos, mientras la madre ocupada en el trabajo de la escuela, relegara muchos de sus deberes a esta tia que ha dedicado su entera vida y energía a nosotros.
Y es que desde siempre me ha gustado descubrir lugares, explorar, divisar, contemplar y, ahora, fotografiar.
Un "pata de perro" que con la mentalidad de la consecuente accion de compartir, ha recorrido pocos lugares comparados con los que me hubiera deseado recorrer; por la curiosidad de adentrarme en la psicología y alma de los sitios visitados.
Asi puedo afirmar que, desde mis escapadas a la costa nayarita en vacaciones de verano, hasta mi experiencia agri-dulce del magisterio en Houston, las ansias de compartir con mis seres queridos los pormenores de estas aventuras, me ha mantenido entusiasmado.
Me he encontrado, muchas veces, con la frustrante "novedad" de que, lo que considero digno de compartir, recibe la cruel indiferencia de los míos, haciéndome buscar refugio emocional en la atención sincera de la familia que uno libremente elige: los auténticos amigos.
Ahora, a través de este"blog", intento, de nuevo, compartir a través de relatos escritos y gráficos algunos detalles (no necesariamente en orden) de mis andanzas. Lamento no tener fotografías de todo lo que quisiera platicar.
Hey!!!.... Y, por favor, si tienen preguntas, háganlas llegar. La idea es implementar, aqui, lo mas parecido posible a una amena charla entre amigos.
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